domingo, 13 de junio de 2010

Sueños.

Cenamos sentados en el piso y utilizamos una caja de cartón como mesa.
-Papá, seriamente, tenemos que comprar muebles –dije, y todos se rieron.
-Mañana vamos a ir al centro a comprar, no te preocupes hija. La única habitación de la casa que tiene muebles es la de Manfred -añadió al final.
-Quién es Manfred? –preguntaron los gemelos.
-Manfred es el mayordomo –les explique yo. Me miraron con los ojos abiertos-. Si, es muy agradable, yo ya lo conocí. Me ayudo a subir mis maletas hasta la habitación que escogí.
Se miraron entre ellos y comenzaron a reírse. Yo los interrogué con la mirada.
-Es que te oímos hablar... –dijo Jack.
-Y pensábamos que te habías vuelto loca... –continúo Harry.
-Porque estabas hablando sola –termino Jack.
-Dejen de hacer eso!
El resto dela cena fue tranquila. Papá nos contaba cosas sobre el lugar y sobre la casa, y no dije nada sobre la biblioteca.
-Tienes idea de cuántos años tiene esta casa? –interrumpí.
-El que me la vendió dijo que era de a mediados del mil ochocientos.
-Y hace cuanto que esta inhabitada?
-Desde 1948, creo... Por qué preguntas?
-Todo tiene aspecto viejo. Las puertas, las ventanas, el techo, el piso... Termine, puedo irme?
Mamá asintió, ya que todos habían terminado.
-Ah, papá?
-Si?
-La segunda planta tiene instalación eléctrica?
Asintió mientras se reía.
Teníamos que dormir en unos colchones inflables que mamá había empacado. No eran tan horribles.
Esa noche dormí profundamente y sin ningún problema, pero tuve un sueño que no se pareció a ninguno que hubiera tenido antes.
Estaba lloviendo muy fuerte, y nuestros pelos rojos resaltaban en la multitud, que no era muy grande.
Ya habíamos terminado de escoger los muebles para la planta baja, y nos estábamos acercando al mostrador.
Me distraje mirando un cuadro y un hombre se choco contra mi, haciendo que el móvil se callera de mi mano.
-Lo siento –se disculpó.
-No hay problema –dije, y después me di vuelta para recoger el móvil, pero no estaba.
-Toma, creo que es tuyo –dijo una agradable voz masculina a mi espalda.
Volteé y quede cara a cara con un chico más o menos de mi edad. Era súper pálido, parecía hecho de mármol.
Igual que Edward –pensé.
Tenía el pelo rubio hasta lo imposible, casi del mismo color de su piel, y sus ojos... estaban cubiertos por unas gafas de sol muy oscuras.
Que raro, esta lloviendo –razone.
Tendí mi mano y me dio el móvil, y al hacerlo, su mano rozo la mía. Estaba helada.
Oh, Dios mío! Tiene los mismos síntomas que Bella noto en Edward. Los lentes deben de ser para que sus ojos, rojos o dorados, no llamen la atención. Su mano esta helada, debe de ser por la falta de sangre, cosa que también debe explicar su palidez. Hasta es parecido a Edward Cullen! Por debajo de sus lentes se pueden ver las ojeras, pero no tiene síntomas de haberse roto la nariz, porque la tiene perfecta –pensé emocionada.
-Mackenna, debo decirte algo... –me dijo.
-Cómo diablos sabes mi nombre?
-Es que soy...
Y me desperté. Mierda.

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