viernes, 25 de junio de 2010
Comprando muebles.
Estábamos en la cola para pagar, cuando, sin previo aviso, un señor me empuja y mi móvil cae al piso.
Oh por Dios... Esto es igual que en mi sueño! –pensé muy emocionada. Y si de verdad existía mi Edward Cullen?
Espere un momento, para ver si alguien me lo alcanzaba, pero como nadie lo hizo, me agache y lo cogí. En ese instante una mano se choco con la mía, tratando de agarrar el móvil también.
Vacilante, levante la mirada. Era Jack. Que estúpida que fui al no reconocer su mano.
Pagamos la mesa, las sillas y emprendimos camino a la siguiente tienda.
Suerte que papá había encargado todo a domicilio, porque, si no, no se como hubiéramos hecho para siquiera caminar.
Ya eran las 14:30 y habíamos comprado muebles para toda la planta baja, incluyendo la vajilla, pinturas y adornos.
Fuimos a comer a un pequeño restaurant que había cerca de allí. La comida no era tan mala como aparentaba.
-Hey, Mac... –me llamó Jack. Levante la cabeza-.Esperabas que alguien más recogiera tu teléfono hoy en la tienda?
-No, por qué preguntas? –mentí.
-Nada, curiosidad. Es que me pareció que te ibas a morir de la decepción cuando te diste cuenta que era yo.
-Ni idea. Dormiste bien? Tenias hambre?
-Dormí perfectamente, pero si, tenia hambre.
-Ah, debe de ser eso. He podido observar que tu y Harry empiezan a alucinar cuando les falta sueño o comida –me reí.
Cuando todos terminamos de comer papá pagó la cuenta y seguimos en la búsqueda de muebles, ahora para la segunda planta.
-Cariño –escuche que le decía mamá a papá-, y que hay del tercer piso?
-Nada, me dijo Manfred que esta sellado desde antes que el comenzara a trabajar allí, y eso que comenzó hace mas de treinta años... –respondió él.
Con que treinta años, eh? La biblioteca no parecía tener ni la mitad, bueno, sin contar las telarañas y el polvo.
Seguimos comprando hasta las cuatro y media, más o menos. Cuando llegamos a casa encontramos a Manfred discutiendo con un hombre de overol que tenia un camión con el logo de la compañía de muebles detrás de su espalda.
-Manfred! –gritó papá-. No te preocupes, déjalos pasar. Son los muebles.
Sin perder su dignidad, se hizo a un lado y dejo que el hombre hiciera su trabajo.
En ese camión estaban metidos todos los muebles del primer piso, y después llego otro, mucho mas pequeño, con los adornos, pinturas y vajilla.
Una vez que se fueron, llego otro camión, de otra compañía, con los muebles del segundo piso.
Yo abrí la puerta esta vez. El chico que había tocado era igual al de mi sueño, aunque solo con una pequeña diferencia...
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Espero que les guste la entrada, aunque no estaba muy inspirada, diciendo la verdad.
He decidido que no posteare hasta que esta entrada tenga 3 comentarios o más, a ver si haciendo eso consigo que comenten o que le digan a las demas personas que se pasen por mi blog.
Cuidense, Lali.
jueves, 17 de junio de 2010
COCHESS ♥♥♥
Qué le puedo decir a mamá sin revelarle lo de mi biblioteca?
-Eh... Buscaba el baño –sonó como una pregunta-. Eso, si. Buscaba el baño. Y como no estoy muy segura de donde esta, y encima le sumamos el hecho de que estoy media dormida, supongo que me equivoque.
Esperé expectante a ver si se lo tragaba. Así lo hizo.
-Ah, esta bien. Mira, esta por aquí –dijo mientras señalaba la puerta por la que había cruzado Harry hace un momento.- Bueno, veo que ese esta ocupado, sígueme.
Y me guio hasta el baño.
-Date una ducha, que más o menos a eso de las diez, diez treinta partiremos hacia el pueblo, y almorzaremos allí.
-Mamá, una pregunta... Tenemos coche con el que ir?
Se le escapo una risita.
-Claro, Mackenna. Están guardados en el garaje. Hay tres, así que puede elegir cual usaremos –me sonrió.
El agua caliente demoro bastante en salir. Se notaba que nadie la había utilizado en años.
La ducha fue rápida, ya que quería ir a ver los coches. Me fascinaban.
Fui hasta mi habitación muy rápido envuelta en una toalla y cerré la puerta. Cogí la maleta más grande, donde estaba guardada la mayor parte de la ropa, y la abrí.
Al final escogí unos vaqueros y una oscura sudadera, que, por más que tuviera sus años, seguía siendo fabulosa. Después de eso me puse mis calcetines de la suerte (eran grises con ranitas verdes) y unos viejos All Star negros.
Aunque yo no soy quien para decirlo, ese estilo <<descuidado-punk rock>> me quedaba muy bien. Contrastaba con mi pelo, y hacia resaltar mis ojos. Además, cuando me vestía así mis pecas no llamaban tanto la atención, ya que el pelo al resaltar más, llamaba más la atención.
Volví al cuarto de baño con mi cepillo y un secador de pelo. Primero lo desenredé, y, una vez que tuvo el mismo aspecto lacio y recto de siempre, enchufe el secador.
Mientras me miraba en el espejo, me di cuenta de una cosa: estaba vestida igual que en mi sueño.
Por culpa del ruido del secador, no escuche cuando Jack entró al baño y lo desenchufó.
-Mamá te esta gritando desde hace rato paraqué bajes, quiere no se que cosa del los coches.
-Gracias.
Deje el secador y baje las escaleras corriendo.
-MAMÁ! Dónde estas?
-Aquí! -grito alguien desde el otro lado de la pared.
Abrí la puerta y fui hasta la única habitación que no había explorado todavía: el garaje.
Adentro estaban mamá y papá, junto a los tres automóviles más espectaculares que había visto en mi vida: un Audi A6, una camioneta Volvo con tres filas de asientos y una BMW X6.
-PAPÁ! Cómo has hecho para conseguir esto?! –le pregunte mientras examinaba la BMW.
-Cortesía de la empresa, cariño.
No podía creer mis ojos. En Miami teníamos dos coches: una Ford Explorer y una Volkswagen Fox. No estaban nada mal, pero comparado con estos, parecían de juguete.
-Vamos en la Volvo –sentencie.
Cuando estábamos por llegar a la tienda, me di cuenta de que era igual a la de mi sueño. Hasta el clima era igual!
martes, 15 de junio de 2010
Vampiros.
Siempre pasa lo mismo: cuando estas en la mejor parte del sueño, te despiertas.
Estaba segura de que ese chico era mi Edward. Era parecido, frio, pálido, misterioso...
De un salto me pare.
Era muy temprano, no había nadie despierto, así que sin hacer ruido fui hasta mi biblioteca. Mire mi reloj: 7:18 am.
Cuando ente, lo primero que hice fue correr las cortinas paraqué entrara algo de luz. Hicieron un ruido impresionante, pero por suerte nadie se despertó.
El polvo que cubría todo era impresionante. Entonces baje hasta la primera planta y encontré un plumero. Lo cogí y subí.
Estuve dos horas para quitar el polvo y las telarañas. Pero el esfuerzo valió la pena. Sin suciedad, el lugar era más bonito que antes.
Genial, ahora solo falta conseguir velas –pensé. Eso era fácil de hacer: hoy iba a ir a comprar los muebles.
Me senté en la butaca y agarre el libro que había elegido ayer. Comencé a leer.
Prologo.
Vistos desde el otro lado del espejo, nosotros somos los seres fantásticos, el sólo hecho de existir nos confiere algo mágico. Pero como no estamos en el reverso, es a ellos, a los que nunca existieron, a quienes se dedica este apartado. Aquí, a manera de bestiario, o de albergue si se quiere, caben todos los que nunca fueron convocados a ocupar un lugar en la creación.
Pase de página.
Vampiros.
El prototipo de vampiro más popular es el de un ser humano convertido después de morir en un cadáver activo o reviniente depredador chupasangre.
Pero hay más maneras de ser un vampiro:
Por predisposición desde el nacimiento: En Rumanía tiene más posibilidades de ser un strigoi, el séptimo o duodécimo hijo cuyos hermanos mayores son todos del mismo sexo. O tener unas marcas de nacimiento como el hueso sacro pronunciado, abundante vello corporal y haber nacido encapuchado, es decir con la cabeza envuelta en parte de la membrana placentaria o haber ingerido parte de la misma. Entre los eslavos también tienen mayor probabilidad de convertirse en vampiros los nacidos en Sábado Santo.
Por muerte prematura o violenta: En la antigua Grecia en donde se denominan vrykolakas o brucolacos a los así originados, al igual que entre búlgaros y eslavos, así como en ciertas culturas africanas y en Indonesia, se cree que los niños, adolescentes y en general las personas que habían tenido una muerte prematura o en circunstancias anormales, por suicidio o violencia, podían convertirse en fantasmas vagabundos o vampiros.
Por incumplimiento de rituales funerarios y religiosos: En Bulgaria y Rumanía también se cree que alguien se puede convertir en vampiro después de su muerte si los que se deben ocupar de preparar y vigilar debidamente el cadáver no cumplen bien su tarea y no impiden que un animal, especialmente un perro o gato, e incluso una persona pasen sobre el mismo. Esta creencia es similar a la de los hindúes que consideran que los espíritus o Pitrs que se encuentran a la espera de reencarnar pueden convertirse en vampiros si nadie les recuerda y realiza los rituales funerarios de rigor.
Como maldición por acciones criminales o sacrílegas: En la antigua China también se cree que se convierten en vampiros ciertos criminales. Tradición similar a la existente entre los eslavos y los griegos quienes creen que los vampiros son brujas o personas que se han rebelado contra la Iglesia mientras estaban vivos, vendiendo su alma al diablo y que al morir sus cuerpos pueden ser poseídos por demonios.
Por mordedura de un vampiro: Según casi todas las tradiciones, especialmente entre los eslavos , aquella persona que muere después de ser mordida por un vampiro se convertiría a su vez en uno.
Y cerré el libro porque me pareció escuchar movimiento en la segunda planta.
Doble la esquina de la hoja para marcarla y baje muy despacio.
Era Harry que estaba entrando al baño.
En eso apareció mamá.
-Mac, en dónde estabas?
domingo, 13 de junio de 2010
Sueños.
-Papá, seriamente, tenemos que comprar muebles –dije, y todos se rieron.
-Mañana vamos a ir al centro a comprar, no te preocupes hija. La única habitación de la casa que tiene muebles es la de Manfred -añadió al final.
-Quién es Manfred? –preguntaron los gemelos.
-Manfred es el mayordomo –les explique yo. Me miraron con los ojos abiertos-. Si, es muy agradable, yo ya lo conocí. Me ayudo a subir mis maletas hasta la habitación que escogí.
Se miraron entre ellos y comenzaron a reírse. Yo los interrogué con la mirada.
-Es que te oímos hablar... –dijo Jack.
-Y pensábamos que te habías vuelto loca... –continúo Harry.
-Porque estabas hablando sola –termino Jack.
-Dejen de hacer eso!
El resto dela cena fue tranquila. Papá nos contaba cosas sobre el lugar y sobre la casa, y no dije nada sobre la biblioteca.
-Tienes idea de cuántos años tiene esta casa? –interrumpí.
-El que me la vendió dijo que era de a mediados del mil ochocientos.
-Y hace cuanto que esta inhabitada?
-Desde 1948, creo... Por qué preguntas?
-Todo tiene aspecto viejo. Las puertas, las ventanas, el techo, el piso... Termine, puedo irme?
Mamá asintió, ya que todos habían terminado.
-Ah, papá?
-Si?
-La segunda planta tiene instalación eléctrica?
Asintió mientras se reía.
Teníamos que dormir en unos colchones inflables que mamá había empacado. No eran tan horribles.
Esa noche dormí profundamente y sin ningún problema, pero tuve un sueño que no se pareció a ninguno que hubiera tenido antes.
Estaba lloviendo muy fuerte, y nuestros pelos rojos resaltaban en la multitud, que no era muy grande.
Ya habíamos terminado de escoger los muebles para la planta baja, y nos estábamos acercando al mostrador.
Me distraje mirando un cuadro y un hombre se choco contra mi, haciendo que el móvil se callera de mi mano.
-Lo siento –se disculpó.
-No hay problema –dije, y después me di vuelta para recoger el móvil, pero no estaba.
-Toma, creo que es tuyo –dijo una agradable voz masculina a mi espalda.
Volteé y quede cara a cara con un chico más o menos de mi edad. Era súper pálido, parecía hecho de mármol.
Igual que Edward –pensé.
Tenía el pelo rubio hasta lo imposible, casi del mismo color de su piel, y sus ojos... estaban cubiertos por unas gafas de sol muy oscuras.
Que raro, esta lloviendo –razone.
Tendí mi mano y me dio el móvil, y al hacerlo, su mano rozo la mía. Estaba helada.
Oh, Dios mío! Tiene los mismos síntomas que Bella noto en Edward. Los lentes deben de ser para que sus ojos, rojos o dorados, no llamen la atención. Su mano esta helada, debe de ser por la falta de sangre, cosa que también debe explicar su palidez. Hasta es parecido a Edward Cullen! Por debajo de sus lentes se pueden ver las ojeras, pero no tiene síntomas de haberse roto la nariz, porque la tiene perfecta –pensé emocionada.
-Mackenna, debo decirte algo... –me dijo.
-Cómo diablos sabes mi nombre?
-Es que soy...
Y me desperté. Mierda.
sábado, 12 de junio de 2010
Telarañas.
-Va... mos..., abre... te... -murmure mientras trataba de abrir la puerta empujándola.
No tenia pinta de abrirse así de fácil.
Trate un rato mas, pero no me iba a dar por vencida.
Baje las escaleras muy rápido para llegar hasta mi habitación. Una vez dentro, cogí mi maleta y busque un objeto pequeño plateado y rojo. Lo encontré.
Era una navaja con todo tipo de artilugios. Me la habían regalado los gemelos por mi cumpleaños. Decían que podía abrir cualquier puerta, cortar cualquier cosa y muchas otras más. Ahora iba a probar si esto era verdad.
Elegí la hoja más larga y delgada y la metí dentro de la cerradura.
Crack.
Gire el pestillo y la puerta se abrió sin ninguna dificultad y sin hacer ningún ruido.
Un cosquilleo corrió por mi estomago.
Era una habitación de techos altos con vigas y muy grande, parecía ocupar todo el tercer piso. Las paredes eran rojo oscuro, casi bordó, pero no se veía mucho de ellas porque estaba todo cubierto por unas bibliotecas gigantes de roble, y estas estaban todas cubiertas de libros antiguos.
El piso, de roble también, estaba cubierto por un par de alfombras de estilo victoriano, un poco apolilladas, al igual que dos butacas enfrentadas cerca del gran hogar de piedra que había entre dos bibliotecas.
Había tres candelabros de hierro que colgaban del techo, y estaban cubiertos de telarañas, al igual que los candelabros de pared -más pequeños- que tenían unas velas consumidas sobre ellos.
Por más que quitaras las telarañas, la habitación tenía un aspecto tétrico y sombrío. Me fascinaba.
No le iba a decir a nadie sobre esta habitación, ni a Melissa. Iba a ser mi secreto. Mi lugar para escapar. Mi lugar.
Comencé a examinar los libros, pero no los toque mucho porque parecía que si lo hacia se volverían polvo.
Todos eran sobre mitologías de diferentes culturas, leyendas terroríficas y demonios, ángeles y esas cosas. Había una biblioteca entera dedicada a seres fantásticos, hombres lobo, vampiros, centauros, momias, faunos, sirenas y cosas de ese tipo.
-Esta es la mejor biblioteca del mundo –dije para mí.
Todos los libros no tenían menos de trescientas páginas, pero no me importo. Me encantaba leer.
Elegí un libro sobre faunos y me acomode en la butaca junto a la ventana. Como llovía, no se podía ver mucho, faltaba luz.
Voy a dejar este lugar hecho una maravilla –pensé-. Voy a quitarle las telarañas, repondré las velas y capaz que les puedo hacer una adaptación eléctrica para poder ponerles bombillas de luz, recolectare madera del bosque que colinda con el jardín y lo almacenare aquí para poder encender el hogar...
Antes de que me diera cuenta, ya se había hecho de noche y todavía no había empezado a leer porque me había perdido en mis especulaciones.
-Chicos! A comer! –grito mamá desde la planta baja.
Cerré el libro que todavía no había comenzado y salí.
Mi vida aquí comenzaba a tener un poquito de color.
Espero que les guste la entrad;, si es así, por favor comenten.
Cuídense, Lali.
jueves, 10 de junio de 2010
Habitación Blanca.
En el pasillo había ocho puertas.
La primera, contando desde la derecha, era la de mis padres; se les podía oír hablar.
Y como no, la mas alejada de esta era la de Jack y Harry.
Yo elegí una que estaba en el medio, con vistas y un balcón al jardín.
No era muy grande, pero tampoco muy pequeña. Simplemente lo suficiente.
Estaba completamente vacía, toda blanca, a excepción por los pisos de madera oscura. Era muy iluminada con un ventanal enorme que ocupaba la mayor parte de la ventana sur, junto a una puerta por la cual se salía a la balconada.
-Definitivamente es esta –dije.
-En ese caso, aquí quedan sus maletas –contesto Manfred.
Cuando se fue, supongo que a presentársele a los chicos o a hablar con papa, me quede sola.
Me senté en un rincón y comencé a llorar en silencio. Suerte que Manfred había cerrado la puerta al irse.
Y para acompañar mis llantos, el cielo comenzó a llorar también.
Eso solamente hizo que llorara con más fuerza.
La tarde paso rápido. Cuando me calme un poco, cogí mi laptop y me conecté al Messenger, Facebook y prendí la música.
Mientras esperaba a que el MSN terminara de conectarse, Russian Roulette, de Rihanna, sonaba muy fuerte.
Salto una ventanita en la parte derecha de la pantalla.
Mel♥♥ dice:
-MAC! Cómo estas? Cómo estuvo el vuelo?
Maac☻dice:
-El vuelo fue tranquilo, pero yo no estoy tan bien, por favor, no digas nada.
Mel♥♥ dice:
-Tranquila, todo está bien. Y qué tal la casa?
Maac☻dice:
-Maravillosa. Es E-N-O-R-M-E. Tiene 3 pisos. En la planta baja esta la cocina, la sala de estar, el comedor, un baño, dos cuartos que no sabemos para que están y una especie de deposito lleno de cajas, que fue lo único que dejaron. En la segunda planta hay 8 habitaciones, OCHO!, y cuatro cuartos de baño. La tercer planta todavía no la he investigue.
Mientras esperaba a que Melissa me contestara, abrí mi cuenta de Facebook. Tenia 124 notificaciones!
Todas eran frases de despedida y de aliento escritas en mi muro. Volvió a saltar la misma ventanita en la parte derecha de mi pantalla.
Mel♥♥ dice:
-A que esperas?! SUBE YA! Adiós, cuídate y te quiero mucho.
Maac☻ dice:
-Gracias amiga! Eres la mejor.
Cerré la tapa y subí corriendo. Por primera vez, desde que llegue aquí, algo parecido a la excitación estaba tomando forma.
Una vez arriba, solo había una puerta...
viernes, 4 de junio de 2010
Manfred.
Mierda... Con que el estúpido de mi hermano no le había dicho nada?
No supe que decirle, me quede de piedra.
De repente estallo en risas.
-Deberías haber visto tu cara! Jajajaja. Enserio creíste que Harry no me había dicho nada? Fui el primero en saber! –y continuo riéndose.
Idiota
E l viaje en avión fue tranquilo. Por suerte. No me aterraba volar, pero no era lo que más me gustaba.
Cuando llegamos al aeropuerto de Edimburgo, había un coche esperándonos. Y estaba soleado. Que raro. Había leído en Internet que la cantidad de días soleados era casi nula.
Estuvimos más o menos dos horas viajando, estábamos muy apretados. Papá iba adelante, acompañando al chofer, y atrás íbamos mamá, Harry, Jack –que no era nada pequeños- y yo.
Nadie hablo, excepto mi padre al intercambiar unas pocas palabras con el chofer.
El vehículo freno en frente a una gran casa de estilo colonial, nada que ver con mi otra casa.
Tenía tres pisos, postigos, ventanas y puertas de madera, una enredadera que cubría casi la mitad de la casa y un jardín gigante.
El conductor del coche nos ayudo a bajar nuestras maletas y las dejo en la puerta. Espero a que papá le diera unos billetes y luego se marcho.
-Bueno, bienvenidos.
Abrió la puerta y entro.
-Las habitaciones están en el segundo piso. Elijan las que quieran. Harry, Jack, como van a sobrar habitaciones, cada unos puede tener su propio cuarto.
-No gracias –contestaron los dos al mismo tiempo.
-Esta bien –siguió papá-, Mac, ven un momento.
Deje mi maleta en el suelo y lo seguí.
-Se que, de todos nosotros, tu eres la que lo esta pasando peor. Solo quiero que sepas que, no importa cuanto dure la tormenta, el sol al final siempre vuelve a salir.
-En una ciudad como esta, lo dudo mucho.
El se rio, aunque yo no le veía pizca de gracia.
-Lo que quiero decir, es que te terminaras acostumbrando, y quiero que sepas que tu madre y yo siempre estaremos aquí para apoyarte.
Puse lo ojos en blanco. Odiaba toda aquella cursilería, o capaz que eran simplemente las hormonas adolescentes; yo que se.
Volví a coger mi maleta y comencé a subir la escalera. Si que pesaba.
-Señorita Mackenna, me permite llevar su maleta hasta la habitación correcta? –pregunto alguien.
Di un respingo y por poco caigo al suelo.
-Quien eres tu? –le pregunte al hombre que había atrás de mi.
Seguro que tenía más de cincuenta. Su pelo era gris, igual que el tupido bigote que salía debajo de su protuberante nariz y sus ojos. Vestía un elegante traje negro, pero aun así no lograba esconder su hinchado vientre. Parecía que se había tragado una sandía, que contrastaba mucho con su blanca y arrugada piel.
-Me llamo Manfred, y soy su mayordomo.
-Hey, yo creí que los mayordomos hoy en día solo existían en las películas –exclame con una sonrisa.
-Pues se equivoca. –Me la devolvió.
Aunque pareciera mentira, este hombre, Manfred, ya me había alegrado el día con su cálida sonrisa.
Cogió mi maleta y me acompaño escaleras arriba.